La palabra crioterapia nace de las palabras griegas: crio / κρυο (frío) y terapia / θεραπεία (tratamiento – terapia). La crioterapia sistémica (CTS) es un tratamiento natural con fines terapéuticos y sin efectos secundarios, que consiste en la exposición del cuerpo humano a temperaturas extremadamente bajas durante un corto periodo de tiempo, aproximadamente 2-3 minutos. Se siente mucho frío, pero es tolerable ya que a estas temperaturas el aire no contiene humedad, no hay corrientes de aire y no duele gracias a la liberación de endorfinas que producen una sensación de placer, bienestar y una menor sensibilidad al dolor.
A estas temperaturas el volumen de aire se reduce en un 45% en comparación con la temperatura ambiente y gracias a esto se inhala casi el doble de oxígeno por respiración. Es una técnica de alta eficiencia probada, con un gran poder sistémico, con resultados increíbles y sorprendentes. El aire frío y seco de las criocámaras tiene un gran impacto positivo en el cuerpo humano. El objetivo de la CTS consiste en la reducción de la temperatura corporal con el fin de obtener una serie de efectos beneficiosos y de gran interés en diversas patologías. Estas condiciones de frío extremo ayudan al cuerpo a liberar endorfinas (péptidos opioides endógenos que funcionan como neurotransmisores y son producidas por el hipotálamo y la glándula hipófisis), oxigenar la sangre, acelerar el metabolismo corporal, fortalecer el sistema inmunológico, estimular el sistema cardiovascular, mejorar el estado de ánimo, relajación muscular, actividad antiinflamatoria y analgésica, luchar contra el proceso de envejecimiento, provocar que se eliminen más toxinas y lo más importante, la activación de los mecanismos de protección destinados a la autosanación.
Esta técnica afecta al cuerpo humano en tres niveles diferentes: el nivel bioquímico (el sistema circulatorio), el nivel de energía (meridianos de energía) y el nivel de información (sistema nervioso).